15 de mayo de 2012



Cuenta la tradición, que allá por el siglo XII, el agricultor madrileño que luego fuera canonizado como San Isidro Labrador rezaba a pie de finca mientras los ángeles guiaban su yunta de bueyes.

Esta figura que se nos representa en formato "vidas ejemplares" contiene una metáfora que viene a decir que su comportamiento piadoso era recompensado liberándole de la dureza de las labores del campo.

A lo largo de la historia de la humanidad el trabajo del campo se ha caracterizado por su dureza, por la necesidad de mucho esfuerzo y mano de obra, en muchas ocasiones de todos los miembros de la familia.

En las primeras décadas del siglo XX, se produce la verdadera revolución del campo, la mecanización agraria. No llega a los niveles de desahogo laboral que facilitaban los ángeles a San Isidro, pero sí cambia radicalmente la calidad de vida de los agricultores, amén de otros cambios, como la capacidad de un solo agricultor para cultivar más tierra o los efectos inherentes a la concentración parcelaria y los cambios que provoca, en el paisaje rural, la necesidad de adaptar las parcelas a la maquinaria.

Si aquellos primeros cacharros (tractores, trilladoras, etc) supusieron una auténtica revolución para la agricultura y dejaron boquiabiertos a nuestros abuelos y padres, los actuales tractores y cosechadoras por su tamaño, capacidad de trabajo y su comodidad les habrían parecido naves extraterrestres.

Hay quien dice que la siguiente revolución en la agricultura ha llegado de la mano de las tecnologías de la información asociadas a la maquinaria. Hoy disponemos de sistemas GPS que permiten el control de las labores agrarias optimizando el uso de la maquinaria y evitando el desperdicio de fertilizantes y fitosanitarios.

El autoguiado de tractores  y cosechadoras, la combinación de tecnologías de posicionamiento global y aplicaciones de gestión GIS, abren todo un mundo de posibilidades.





Hoy es posible que los tractores y cosechadoras trabajen en modo automático sin intervención del tractorista. No es lo mismo que lo de San Isidro y los ángeles, pero no nos negaréis que tiene ciertas similitudes, pues en este caso también llega desde el cielo, pero esta vez vía satélite.


¡Feliz día de San Isidro!